Durante los primeros treinta días el niño concebido no mantiene ningún tipo de relación con la madre, siendo la fuerza epigenética la que lo conforma enteramente con una fuerza potente, sapientísima, amorosa, que todo lo crea, lo respeta y continuamente espera la respuesta viva de la criatura. La fuerza epigenética da origen ya desde el momento de la concepción a las primeras células somáticas y germinales. En las células somáticas se encuentra el ADN del padre y de la madre, de donde derivan los parecidos; en cambio, en las células germinales la fuerza epigenética hace que al cabo de pocos días ya no quede nada ni del padre ni de la madre, sino solo tres fuerzas: a) Totipotentes (Dios) b) Inmortales (alma) c) Sexuales (amor). Dios, alma y sexo en el amor son las fuerzas primarias y constitutivas de la persona, que no dependen de ningún ADN de otra persona. Estas fuerzas pasan por las células nerviosas inconscientes. Cuando están íntegras forma nervios, cuerpo y mente sanos, mientras que su merma forma nervios, cuerpo y mente enfermos. Todas las energías personales emanan y son sustentadas continuamente por esta fuerza epigenética, que se apodera del hombre, pero viene más allá del hombre. Esta energía, que crea ex novo a todo ser humano, es completamente superior a todas las energías del universo: es la energía sabia y omnipotente de Dios, que Dios otorga personalmente a toda persona
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Durante los primeros treinta días el niño concebido no mantiene ningún tipo de relación con la madre, siendo la fuerza epigenética la que lo conforma enteramente con una fuerza potente, sapientísima, amorosa, que todo lo crea, lo respeta y continuamente espera la respuesta viva de la criatura. La fuerza epigenética da origen ya desde el momento de la concepción a las primeras células somáticas y germinales. En las células somáticas se encuentra el ADN del padre y de la madre, de donde derivan los parecidos; en cambio, en las células germinales la fuerza epigenética hace que al cabo de pocos días ya no quede nada ni del padre ni de la madre, sino solo tres fuerzas:
a) Totipotentes (Dios)
b) Inmortales (alma)
c) Sexuales (amor).
Dios, alma y sexo en el amor son las fuerzas primarias y constitutivas de la persona, que no dependen de ningún ADN de otra persona. Estas fuerzas pasan por las células nerviosas inconscientes. Cuando están íntegras forma nervios, cuerpo y mente sanos, mientras que su merma forma nervios, cuerpo y mente enfermos. Todas las energías personales emanan y son sustentadas continuamente por esta fuerza epigenética, que se apodera del hombre, pero viene más allá del hombre.
Esta energía, que crea ex novo a todo ser humano, es completamente superior a todas las energías del universo: es la energía sabia y omnipotente de Dios, que Dios otorga personalmente a toda persona
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